Se caracteriza por la aparición de distintos signos y síntomas que pueden presentarse con intensidad variable:
- Físicas: astenia (falta o decaimiento de fuerzas, fatiga física o ausencia de iniciativa), alteración del sueño (insomnio, pesadillas, somnolencia excesiva durante el día…), infecciones gastrointestinales frecuentes y dolores osteomusculares, entre otros.
- Psíquicas: síntomas como estrés, ansiedad, irritabilidad, culpabilidad, temor a la enfermedad, dependencia, reacción anticipada al duelo, entre otros.
- Alteraciones socio-familiares: aislamiento, rechazo, abandono, soledad, disminución o pérdida del tiempo libre, entre otros.
- Alteraciones del funcionamiento familiar: incremento de la tensión entre los miembros de la familia, conflictos conyugales, conflictos entre hermanos/as, actitudes de dejadez o de sobre implicación.
- Problemas laborales: absentismo laboral, bajo rendimiento, irritabilidad, tensión, puede incluso aumentar la siniestrabilidad laboral y temor a la pérdida del trabajo, entre otros.
- Problemas económicos: disminución de los recursos disponibles tanto por el aumento de los gastos como por la pérdida de ingresos si la persona cuidadora debe dejar de trabajar.
- Problemas legales: dificultades en la toma de decisiones (dudas éticas si solicitar o no la incapacitación legal, poder notarial, etc.).
Si usted como persona cuidadora cree que tiene algunos de los signos y síntomas de sobrecarga descritos, deberá consultarlo cuanto antes con un profesional, para consensuar la realización de las intervenciones necesarias encaminadas a disminuir la carga familiar que ha provocado la aparición del síndrome.