En ocasiones se presenta la circunstancia que es la persona con demencia la que sufre la pérdida de un familiar (cuidador/a principal, esposo/a, hijo o hija u otra persona con quién mantiene un vínculo especial); en estos casos se da un tipo de duelo llamado «duelo desautorizado» (Payás, 2005), ya que se considera que las personas con demencia no tienen recursos para afrontar la pérdida y por lo tanto, exponerles personal y socialmente a la misma, sería un riesgo innecesario que complicaría su ya compleja situación; pero está demostrado que las personas con demencia tienen también la necesidad de recibir protección y acogimiento en su dolor y que tienen sus mecanismos emocionales para hacerlo.
Es peor para la persona con demencia vivir un duelo no visible (estar viviendo internamente el duelo sin demostrarlo), que un duelo visible, ya que un duelo enmascarado puede complicar su estado cognitivo y funcional.
La forma en la que la persona que presta cuidados ayudará en este proceso de duelo, dependerá de la fase de la enfermedad en la que se encuentre cada enfermo. Puede que durante un tiempo, viva la fase inicial del duelo cada día como si fuera el primero o puede que no haya una respuesta emocional significativa.
Si usted como persona que cuida no sabe qué hacer en estas circunstancias, no dude en consultar con los profesionales.